Si Collioure tiene un “restaurante de barrio”, entonces quizás Can Pla lo sea. Desde fuera, no tiene nada de especial y es bastante anónimo, apartado de la carretera principal que atraviesa la ciudad y conecta las bahías, por lo que es fácil pasarlo por alto.

Pero es un pequeño y agradable restaurante familiar con una cocina abierta y mucha pasión por parte de la familia Marty.

El restaurante empezó en 1988, pero la familia Marty se hizo cargo de él en 2007, hace 17 años, y dicen que nunca han mirado atrás.

Can Pla tiene que ver con la Plancha: cuando entré en Can Pla, los chisporroteos de la plancha prometían un festín: pescado recién asado y carnes suculentas.

También preparan una gran paella, el homenaje de Collioure al plato icónico de Valencia, arroz con tonos de azafrán lleno de mariscos, pollo y verduras.

Otros ganadores son las anchoas a la catalana, la fideuá (un primo de la paella a base de fideos) y los chipirones por su sencillez y profundidad de sabor.

En Can Pla, es evidente que el corazón de la cocina catalana late fuerte, contada a través de productos locales y de calidad.